Saturday, January 31, 2009
UN CORAZÓN, UNA MISIÓN
UN CORAZÓN, UNA MISIÓN
Otro mundo es posible. Intentémoslo.
Si queremos al ser humano, apostemos por él.
Estamos convencidos de que se aprende lo que el otro hace convencido de ello, lo que es un testimonio para nosotros.
El LEMA de este año nos propone hacer de nuestro corazón, una misión, sobre todo para que los excluidos tengan un lugar y encuentren en el mundo un hogar . De nosotros depende mejorar el mundo, lo que nos rodea, nuestra familia, nuestras relaciones, a nosotros mismos. Lo que hagamos ahora será fruto de todo lo aprendido, de todas aquellas personas, instituciones, grupos... que apuestan, que ponen en su corazón esa gran MISIÓN.
UN CORAZÓN
Un corazón, una vida, una historia, un nombre y apellido con una realidad concreta, una vivencia. Un corazón con un matiz concreto y especial, un corazón guaneliano, inflamado en el amor a Dios y también a los hermanos. Que ama con locura y profundamente.
UNA MISIÓN
Y una misión concreta que viene marcada por ese corazón, que está traspasada por una realidad concreta donde vivimos, en un mundo concreto que está sufriendo, llorando y gozando con la situación que le toca vivir.
“Dios traspasó me el corazón, su amor transformó mi vida” San Agustín
FEBRERO: ¿Con qué creatividad ayudamos?
Con qué ojos miramos
Dos hombres, ambos seriamente enfermos, ocupaban la misma habitación de un hospital. A uno de ellos se le per¬mitía sentarse en su cama durante una hora cada tarde para ayudar a drenar los fluidos de sus pulmones. Su cama esta¬ba junto a la única ventana de la habitación. El otro hom¬bre debía permanecer todo el tiempo tendido sobre la espalda. Los hombres hablaban, durante horas y horas, acerca de sus esposas y familias, de sus hogares, sus traba¬jos, su servicio militar, de cuando habían estado de vaca-ciones...
Cada tarde, el de la cama cercana a la ventana, el que podía sentarse, se pasaba el tiempo describiendo a su com¬pañero de habitación las cosas que podía ver desde allí. El hombre en la otra cama comenzaba a vivir, en esos peque¬ños espacios de una hora, como si su mundo se agrandara y reviviera gracias a la actividad y el color del mundo exte¬rior. Se divisaba desde la ventana un hermoso lago, cisnes, personas nadando y niños jugando con sus pequeños bar¬cos de papel. Jóvenes enamorados caminaban abrazados entre flores de todos los colores del arco iris. Grandes y viejos árboles adornaban el hermoso paisaje.
Como el hombre de la ventana describía todo esto con todo lujo de detalles, el hombre de la otra cama podía cerrar sus ojos e imaginar tan idílicas escenas. Una cálida tarde de verano, el hombre de la ventana le describió un desfile que pasaba por allí. A pesar de que el otro hombre no podía escu¬char a la banda, si podía verlo todo en su mente, pues su com¬pañero lo representaba todo con palabras muy descriptivas.
Pasaron días y semanas. Un día, la enfermera de maña¬na llegó a la habitación llevando agua para el baño de cada uno de ellos. Al descubrir el cuerpo del hombre de la ven¬tana, observó que había muerto tranquilamente en la noche mientras dormía. Ella se entristeció mucho y llamó a los compañeros del hospital para sacar el cuerpo. Tan pronto como lo creyó conveniente, el otro hombre preguntó si podría ser trasladado cerca de la ventana. La enfermera estaba feliz de realizar el cambio. Cuando lo hubo cambia¬do, lo dejó solo.
Lenta y dolorosamente, se incorporó apoyado en uno de sus codos para tener su primera visión del mundo exte¬rior. Finalmente, tendría la dicha de verlo por sí mismo.
Se estiró para mirar por la ventana. Lentamente giró su cabeza y, al mirar, vio una pared blanca. El hombre pre¬guntó a la enfermera qué pudo haber obligado a su compa¬ñero de habitación a describir tantas cosas maravillosas a través de la ventana.
La enfermera le contestó que aquel hombre era ciego y que de ningún modo podía ver esa pared, y que quizá sola¬mente quería darle ánimos.
- Mi creatividad para ayudar a los que están a mi lado podría llevarme a...
- También en medio de mis dificultades puedo ser de ayuda para los demás en...
- Acepto la ayuda de quienes, desde su pobreza, se ofrecen a mí...
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