Sunday, November 22, 2009

Adviento 2009



4 PALABRAS PARA CUATRO SEMANAS DE ADVIENTO




Y UNA PALABRA PARA CADA DIA 2009

1ª Semana de adviento: ¡VIGILAD!

Lunes: Vigilad vuestra conciencia. No os dejéis llevar por el relativismo que todo lo confunde y todo lo relaja. Cuanta más agua echamos al café, más propiedades pierde éste. El Señor, ante su venida, nos pide tomar conciencia de su llegada. ¿Por qué nos cuesta tanto? Un poco de fe, y no mucho más, necesitamos para vivir estos próximos días de la Navidad. ¿Por qué –como el viejo centurión- no decimos: “Señor; no soy digno de que entres en mi casa”? ¿Acaso no será que no palpamos la presencia del Señor? ¿Por qué no ser un camino por donde venga Jesús?
Que no ocurra en nosotros como aquel joven que, en actitud burlesca, se sentó en una plaza el día de Navidad –esperando a que pasara Dios- inconsciente de que, Dios, en la otra esquina de la misma plaza pedía en forma de mendigo; en el hospital gemía en un enfermo o, que en su misma casa, con su madre –en ese mismo momento- estaba muriendo.

“Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe” (Mt 8,5-11)
Martes: Vigilad vuestras miradas. A veces vamos detrás de lo superfluo y dejamos a un lado lo importante. Lo esencial, muchas veces, es imperceptible a los ojos. ¿Vemos el aire? ¿Observamos el oxígeno? En cambio, lo comprobamos por nosotros mismos, sin ellos, no podríamos vivir.
Demos gracias a Dios, en este día, porque su presencia, sus cosas, las cosas del Señor las revela a gente como nosotros. A personas que no dudamos de El y que, por el contrario, preparamos su venida. ¡Cuántos hombres desearían tener lo que nosotros tenemos! ¡Cuántos hombres y mujeres todavía no conocen que, Jesús, nació para traernos la Salvación de Dios! Que nosotros, ya que lo vivimos por la oración, que lo hemos recibido por el Bautismo o que lo recibimos en la Eucaristía, sepamos valorar la suerte que tenemos de ver y oir lo que el Señor nos hace y nos dice.

“Te doy gracias..porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos”
(Lc10,21-24)

Miércoles: Vigilad vuestra generosidad. Cuando hay fe, el pan se multiplica. Cuando han egoísmo, hasta la riqueza se convierte en pobreza. El Señor viene en Navidad. Y, entre otras cosas, viene para recordarnos que en el mundo podemos vivir como hermanos. Que en la tierra se puede vivir dignamente poniendo todos un poco de nuestra parte. Si el Señor hizo andar a los paralíticos, devolvió la vista a los ciegos o la sensación del sonido a los sordos ¿por qué no nos va a dar a nosotros lo que más necesitamos para ser felices? Recientemente, un joven, en un programa televisivo decía –más o menos- lo siguiente: “no me falta de nada, pero siento que me falta algo” ¿No le faltaría a este chico alguien? ¿Alguien con quién hablar? ¿Alguien con quién compartir? El Señor, viene en Navidad, vigilemos para que repartamos, como Dios lo hace, con el corazón.

“El mandó que la gente se sentará en el suelo. Comieron todos hasta saciarse”
(Mt 15,29.37)

Jueves: Vigilad vuestra lealtad. ¿Qué es lo que más nos duele de una ofensa de un amigo? ¿Acaso no es el sentirnos traicionados por él? La lealtad significa, entre otras muchas cosas, permanecer fieles hasta el final. No ser como la veleta que, tan pronto, apunta al norte como hacia el sur (según la dirección del viento). El Señor viene. ¿Cómo nos encontrará? ¿Inquietos o firmes? ¿Leales a su Palabra o distraídos con simples tebeos? ¿Diciéndole que le queremos u olvidando sus mandamientos? Sí; amigos. El movimiento se demuestra andando y, por ello mismo, en este día pidamos al Señor que nos ayude a cumplir su voluntad en los pequeños detalles de cada día. Cada uno en su sitio y, en cada sitio, desarrollando con espíritu cristiano nuestras tareas. ¿O eso no es cumplir también la voluntad del Señor? ¿Seremos capaces de construir la vida según los planos de Dios? La Navidad es una oportunidad para intentarlo. Para echar cimientos y de los buenos: con amor.

“No todo el que me dice –Señor, Señor- entrará en el reino de los cielos”
(Mt 7,21)

Viernes: Vigilad vuestra vista. Hay gente que cree saberlo y verlo todo. Luego pasa lo que pasa. Las grandes equivocaciones nacen muchas veces por querer abarcarlo todo y por pretender saberlo todo.
Llega la Navidad. ¿Qué nos dice el Señor? ¡Que abramos bien los ojos! ¿No os parece que estamos un poco colapsados por lo que el mundo nos ofrece y poco sensibles a lo que Dios nos da? ¿Quién regala en Navidad? ¿Dios o el hombre? ¿No es Dios, quien adelantándose, nos ofrece todo su amor en Jesús?
Recientemente, antes de morir el campeón de esquí, Fernández Ochoa, decía “morir es pasar de la tiniebla a la luz”. El Señor, todos los días, cuando amanece, nos da una nueva oportunidad para pasar del error a la verdad; de la ceguera espiritual a la amistad con él. Por algo, y volviendo al deportista español, también antes de morir afirmaba: “hay que vivir con dignidad, la vida es muy corta y demasiado bonita”. Que el Señor, que llega en Navidad, nos ayude a abrir bien los ojos para disfrutar de tantas cosas buenas que Dios nos regala. ¡Seamos esquiadores hacia Belén! ¡Cerremos los ojos y, cuando los abramos, que veamos al Señor! ¡Será Navidad!

“Les tocó los ojos diciendo: que os suceda conforme a vuestra fe; y se les abrieron los ojos” (Mt 9,27ss)

Sábado: Vigilad vuestra compasión. Cuando encendemos la televisión ¿qué preferimos? ¿Las escenas de pobreza o los palacios atestados de riquezas? ¿Qué mantenemos como programa preferido? ¿Uno sobre el Tercer Mundo o una película de violencia, acción, amor..? Jesús, que se va acercando poco a poco, se compadecía de la gente que lo pasaba mal.
En las grandes ciudades, si lo pensamos un momento, la gente va deprisa; camina acelerada; mira al frente pero no se mira de frente; cada uno marcha hacia su responsabilidad. Recientemente nos sorprendía una noticia: “un trabajador ha permanecido muerto en su mesa de trabajo cuatro días, sin que nadie se percatase de lo sucedido”. Necesitamos de la Navidad. Entre otras cosas para que el Señor mueva nuestra compasión y revitalice nuestros sentimientos de solidaridad con los que sufren. ¿Lo harás Señor? ¿Dejaremos que renazca en nosotros la compasión? ¿Quieres saber cómo puedes ser feliz? ¡Haciendo felices a los demás! En definitiva, eso es lo que intentará, Dios con nosotros, en Navidad.

“Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis” (Mt 9,35ss)



2ª Semana de adviento: ¡CAMBIAD!

Lunes: Cambia de actitud
Hoy, al llegar del trabajo, mi hijo me abrazó y luego muy serio me preguntó:
- Papá, ¿Dónde está Dios?
-En mi familia, en mis compañeros de trabajo, en el médico que me atendió en la clínica. En una persona me hizo un gran favor y se interesó por mí.
-Hoy Dios se hizo presente, cuando sentí la necesidad de confesarme
-Hoy Dios me vino a la memoria cuando ayudé a empujar una silla de ruedas. Cuando, me llamaron para ayudar económicamente. Al visitar un enfermo.
-Dios está en todas partes. Descubramos la presencia de Dios en todo lo que nos rodea y demos gracias a diario por su infinito amor. Es cuestión de no ser tan negativos, y en lo sencillo, darnos cuenta que el Señor anda muy cerca de nosotros.

“Hoy hemos visto cosas admirables” (Lc 5,17-26)

Martes: Cambia de dirección.
El mundo de la técnica, nunca como hasta ahora, nos dado tantas oportunidades para situarnos y no andar perdidos. Pero sorprende, por otra parte, como cada día en la prensa, surgen noticias de personas que se sienten desilusionadas, perdidas, sin horizontes: tienen de todo…y están perdidos. ¿Cómo puede ser posible con tanta brújula del bienestar, tantos seres humanos insatisfechos?
Llama la Navidad a nuestras puertas. Dejémonos encontrar por el Señor. Cambiemos de rumbo en aquello que sólo nos trae desdicha, mal humor, impaciencia o desencanto. Acordémonos de aquel viejo proverbio: “déjate querer y te querré” o “déjate encontrar y te encontrarás”

“Vuestro Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños”
(Mt 18,12-14)

Miércoles: Cambia el cansancio.
Recientemente nos sorprendía una encuesta: un alto porcentaje de jóvenes no tienen motivaciones para seguir estudiando. Esto es serio. ¿En qué estamos fallando? Nos agobia la sociedad de la opulencia (¡tenemos todo tan fácil y tan al alcance de la mano!). Nos cansa el ocio, las fiestas, las idas y venidas, los amigos y el estudio, el trabajo. Hasta el vivir nos puede llegar a aburrir y cansar.
El Adviento es un tiempo de esperanza. Estas semanas nos ofrecen una serie de vitaminas que son imprescindibles para ser felices: la alegría (que no es la del payaso), el regalo de la paz interior (que no es el regalo del Corté Inglés), el optimismo de la fe (que no es la ilusión ni los maniquís de los escaparates).
Vamos a cambiar el cansancio por la paz que, Jesús, nos ofrece en su descendimiento hasta nosotros en Navidad. ¡Gracias, Señor! ¡Necesitamos tu venida! ¡Nos encontramos un poco hartos y agotados en este mundo!

“Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré”
(Mt 11,28-30)

Jueves: Cambia de estatura.
Ser grande, a los ojos del mundo, no significa tener las puertas abiertas en el cielo. Al contrario: a mayor responsabilidad en la tierra, ¡más nos ha de exigir Dios por aquello que hicimos o no en su nombre o en favor de los demás! ¿En qué somos grandes? ¿Nos lo hemos preguntado alguna vez? ¿En qué somos pequeños? ¿Nos lo hemos planteado? ¿Queremos ser grandes para Dios o gigantes para el mundo?
En Belén, en la basílica de la Natividad, la puerta es tan pequeña que, para entrar, hay que agacharse, doblarse, humillarse, inclinarse. Y, sino, te quedas fuera.
La próxima Navidad, será grandiosa, no por las luces ni los dulces; será singular no por los belenes o adornos que ponemos en nuestras casas o calles. La Navidad será única e irrepetible y agradable ante los ojos de Dios si, como Juan Bautista, nos hacemos pequeños para reconocer su llegada. Pero…nosotros nos empeñamos en aparentar ser gigantones y, a veces, manejados, bailados y utilizados por el “don consumo”.

“El más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él”
(Por Juan Bautista) (Mt 11,11)

Viernes: Cambia de felicidad.
¡Para que pides!...Si no tienes fe en ti mismo... en la vida...¡ni en Dios!
¿Para qué felicidad y maravillas? Si tienes el mundo, que es un libro de sabiduría...
¡Y no sabes leerlo!
¿Para qué quieres estrellas...Si te falta la luz?
¿Para que pides felicidad….Si no te conviertes a ellas, si se te regateas la fe, si no le das lugar a Dios, si le reduces el espacio de tu corazón?
¿Si andas el camino y los acontecimientos, con las antenas cerradas?
Para qué decir: Señor... dame la felicidad...¿si no estas dispuesto a ser feliz...?
Es Adviento, dejemos que Dios nos envíe, con Jesús, un poco de felicidad.
Y que, la Navidad, sea una razón para dejar que, el corazón, baile, disfrute y pueda ser una gruta donde Dios nazca de verdad. ¿Lo intentamos? ¡Vamos a ello!

"¿A quién se parece esta generación? …pero los hechos dan razón a la sabiduría de Dios” (Mt 11,16-19)

Sábado: Cambia de “radar”.
Siempre y sobre todo, desde el carné por puntos, supone un riesgo el no respetar las reglas de juego que intervienen en el código de circulación.
Dios se duele una y otra vez, de la falta de sabiduría del ser humano para reconocer su presencia. Los profetas fueron maltratados, ninguneados, algunos aniquilados y, Jesús mismo, llevado a una cruz.
El Adviento nos invita a comprar el “radar de Dios”. ¿Qué es el radar de Dios? Es aquella sensibilidad especial que nos hace percatarnos de que, el Señor, viene a nuestro encuentro. Que lo tenemos delante. Que va a nacer en una cuna. Que, el amor que Dios nos trae, es la mejor medicina para un mundo enfermo.
Se acercó un discípulo a su maestro espiritual y le pregunto; ¿si subo a la montaña podré ver a Dios? ¿Sabéis lo que le contestó el maestro? Quita la montaña de tus ojos, la tierra de tus ojos, las piedras de tus ojos…y verás a Dios.
¿Qué debemos de quitar de nosotros para vivir de verdad el espíritu de la Navidad?

“Os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron….Así también el Hijo del Hombre va a padecer a manos de ellos” (Mt 17.10-13)



3ª Semana de adviento: ¡ALEGRAOS!

Lunes: Alegraos de Jesús
El Papa Benedicto, no hace mucho tiempo, nos alertaba de lo siguiente: “en el mundo hay un gran olvido sistemático de Dios”. ¿Qué es la Navidad entonces? ¿Para qué una Navidad sin Niño? ¿Para qué un Belén sin amor divino? ¿Para qué gastar kilowatios en luces, si esas luces, no significan algo más profundo que fasto y gasto desenfrenado?
Nosotros, como cristianos, tenemos un gran reto: que no nos roben el sentido de la Navidad. Nuestra alegría será gigantesca, verdadera, ilusionante, si ponemos a Jesús en el centro de estos días que se acercan. ¿Es Jesús tu alegría? ¿Ponemos la estrella, el árbol, el belén, los adornos en su nombre?
Algunos (incluso cristianos) cuelgan en sus casas, en sus balcones y en sus ventanas a “ese muñeco barrigudo y barbudo llamado papá noel”. Nosotros, por el contrario, en el corazón y en el hogar…pondremos el Belén. Entre otras cosas porque nos alegramos del nacimiento de Jesús. ¡Somos los de Jesús!

¿Con qué autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?
Mt 21,23-27

Martes: Alegraos de creer
El que con fe se acerca a Dios, no vuelve con la canasta vacía
Fe es lo que da valor a las cosas que no podemos ver
Fe es acercarse a Dios y es llevar fruto aun en la debilidad
Fe es la palabra de aliento para los que están en sufrimiento
Fe es el regalo de Navidad que tenemos para lograr la paz
Fe es lo que recibimos al oír la palabra de Dios
Fe es la que debe permanecer en nuestros corazones, junto con la esperanza y el amor. Es lo que nos hace caminar confiados en las manos de Dios.
Fe es el escudo o defensa que tenemos los cristianos para rechazar
¡Alegrémonos, amigos! Teniendo tanto por hacer, y a Dios por medio, el creer, acoger y esperar en Jesús, es el regalo más codiciado y escondido de la Navidad.
¿Creemos de verdad? Os dejo con esta anécdota
Luis IX, rey de Francia, estaba trabajando arduamente en su despacho,
cuando el mayordomo llegó, y le dijo:
–– “¡Majestad, ven pronto, por favor!... En la capilla del palacio, sobre el altar,
se apareció Jesús; todos le están viendo”.
Sin emocionarse, el rey contestó:
–– “Yo siempre he creído que Jesús está presente en la Eucaristía; ninguna necesidad tengo de verle con los ojos”.

“Y aún después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis”
Mt 21,28ss

Miércoles: Alegraos de ver y de oir
Caminando en la noche, la humanidad no ve, todo es oscuridad.
¡Sólo la luz del sol! nos puede despertar del largo sueño.
Encendiendo en el corazón, la fe y el amor.
¡Ven y sálvanos! Caminando en la luz, la vida tiene otro color.
¡Todo es regalo de Dios! en el nuevo día.
¡El Señor trae la salvación! Se oye una canción de libertad, vuela la paz,
y en la tierra brilla la felicidad.
¡Ven y sálvanos! Porque, la realidad que nos rodea, está inquieta, enferma, ciega y torpe para ver y escuchar los latidos de la Navidad.
¡Ven y sálvanos! Mira, Señor, la prensa de cada día. ¿No lo lees? ¿No ves las imágenes de terror y de hambre, de injusticia y de guerras?
Hoy, Señor, nos alegramos de ver y oir el clamor de los pobres.

“Id y anunciar a Juan lo que habéis vito y oido: los ciegos ven, los invalidos andan…”
Lc 7,19-23

Jueves: Alegraos del camino
No hay Navidad para el amor: el amor es la Navidad. La Navidad es el amor de Dios. ¡Cómo no vamos a estar alegres, ya desde ahora, ante el gran acontecimiento que se avecina!
El amor es la Navidad y, la Navidad, es el amor de un Dios que baja. Que se precipita a velocidad de vértigo para salvar a la humanidad. ¿Nos damos cuenta de ello?
¡Atrévete, confía en mí, y te recogeré! (decía su padre a un niño que pretendía deslizarse por el tobogán).
¡Baja, Señor, porque te necesitamos! La Navidad es un camino, es el tobogán por el que Dios desciende para que nosotros, hombres y mujeres, disfrutemos de su presencia. ¿Nos molestaremos en salir a la ventana para ver el mensaje que trae el cielo?
Unos, los más inconscientes, jugarán con estos días como si de un juguete se tratara. Otros, ojala nosotros, estaremos al pie del Misterio: quedándonos con el mensaje de unos días en los que, Dios, ablanda el corazón de los más duros y acerca a los adversarios para que se den la mano.

“Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti”
Lc 7,24-30)

Viernes: Alegraos de la verdad
Una mujer dirigía siempre su oración y nunca era respondida por Dios. Pidió entonces ayuda a un sabio que habitaba en un convento muy alejado, quien le dijo: ¿"Cómo oras a Dios? "Ella respondió:" Señor, este día tengo muchos problemas, muchas dificultades, necesito ayuda y ya no se que hacer. Te pido que tengas compasión de mi pues mis fuerzas se han agotado. Mi familia no me ayuda y tengo muchos enemigos"
A lo que el sabio respondió:
"Tu problema radica en algo muy sencillo, cuando oras, debes ver a Dios y no ver tus problemas. Dirigirte a Dios confiando en que El escucha, y sabiendo que su poder está sobre todas las cosas. De esta forma reconocerás a Dios como centro de tu vida, y entonces tu oración será escuchada, y aún así, Dios escucha intentos, nunca dejes de orar. Has hecho bien y por eso Dios te ha escuchado."
¿Vivimos de verdad la Navidad? ¿Cómo la estamos preparando? ¿Qué obstáculos vamos levantando para que, esos días, no sean auténticamente cristianos?

“Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad”…el Padre me ha enviado” Jn 5,33-36



FERIAS DE ADVIENTO:
¡CON MARIA!

17 diciembre: ¡ESPERA CON MARIA!
La que conocía las promesas desde antiguo, se convierte en la Madre del Esperado.
¡María de la esperanza! Enséñanos a esperar
¡María de la esperanza! Ayúdanos a renacer a la fe
¡Maria de la esperanza! Indícanos cómo acunar a Dios en nuestro corazón
¡María de la esperanza! Llévanos a centrarnos en Jesús
¡María de la esperanza! Empújanos a ser portadores del amor de Dios
¿Qué haces ahí, María, postrada y recogida en Ti misma? Estoy esperando a que se cumpla lo prometido desde antiguo.
¿Qué haces ahí, María, de rodillas y en el suelo? No hago sino seguir las indicaciones que me sugiere el cielo: cuanto más humillado Dios, más humano.
¿Qué haces ahí, María, mirando tu seno? Miro porque quiero para el mundo salvación, paz, vida, dulzura, alegría y amor. Y, eso, sé que Dios lo puso dentro de mí.

“..y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”

18 diciembre: ¡Vive con María y con José!
José, el del silencio. El que, sin decir nada, con su actitud lo dijo todo: aquí estoy, Señor. ¡Haz lo que quieras! Y es que, en los sueños, es también donde los hombres soñamos a ser grandes, a ser perfectos. y también, donde las sombras, nos juegan unas malas pasadas.
Pero, el sueño de José, fue muy distinto. Sus dudas se transformaron en confianza. Gracias, al sueño de José, también nosotros podemos vivir unas navidades de ensueño y de sueños. ¿Quién no sueña con cumplir la voluntad de Dios? ¿O es que tal vez soñamos con todo menos con Dios? ¿Quién no sueña con un mundo en paz? ¿Quién no sueña, como José, con poner algo de nuestra parte para que el mundo vaya mejor?
¡Soñemos! ¡Claro que sí! ¡Soñemos. y hagamos, como José! ¡Creer!

“José despertó e hizo lo que le había mandado el ángel” (Mt 1,18.-24)

19 diciembre:¡Déjate, como María, llevar por Dios!
Cuando uno se encuentra con Dios, pero un encuentro de verdad, se queda, como María: turbado, silencioso, sorprendido. Zacarías, lo podemos leer en el evangelio de hoy, salió de su -bis a bis- con el ángel “silencioso”.
En cuantas ocasiones, contemplando el rostro de muchas personas que nos rodean, podemos intuir o comprender que algo muy fuerte les ha pasado.
Un Juan Pablo II que, cuando entraba en oración, parecía como si el mundo no existiera. Un Francisco de Javier que, celebrando la Eucaristía, las horas le parecían segundos. Un Francisco de Asís, el fundador de los belenes, que desde su roce con Jesús…su vida cambió radicalmente.
¿Has tenido alguna vez, en algún momento, una experiencia tan impresionante de Dios como para quedarte en silencio?
Ojala que, la Navidad, produzca un silencio tan grande en tu vida que puedas escuchar el latido del corazón del mismo Jesús.
Hoy, muchos creyentes en el mundo, a pesar de que algunos nos quieran hacer pensar lo contrario, nos dicen: ¡mirad lo que Dios ha hecho en mí!

“Al salir, Zacarías no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario” (Lc 1,5-25)

20 diciembre: ¡Fíate, como María, del Angel!
Dios, una vez más, nos sorprende y deja el ancho cielo para, con la voz de un ángel, visitar la humilde casa de María.
¿Te imaginas escuchar la voz de Dios en tu propia casa? Podemos pensar que, los espacios exclusivamente sagrados, son la iglesia, una catedral, una capilla o un antiguo monasterio. Pero, Dios, es de aquellos que, cuando tiene algo que hacer y que decir, nos deja boquiabiertos y se presenta en los lugares más insospechados o menos divinos.
Un rincón, el de María, fue el señalado por Dios para hacerse hombre. Pero, todos los días, allá donde estamos, los que creemos y esperamos en Jesús de Nazaret, Dios se hace presente por nuestras palabras o ausente con nuestros silencios; visible con nuestras obras o invisible con nuestra pereza.
La Navidad, es ese espacio especialmente sagrado, donde Dios se deja ver, rezar, contemplar y adorar…hecho Niño.

“Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1,26-38)

21 diciembre: ¡Sal de tu casa, como María!
Navidad, además, es ponerse en camino. ¿No lo van hacer los pastores? ¿No lo harán los Magos? ¿No lo hicieron por celestial autopista, ángeles subiendo y bajando del cielo? ¿No se pusieron en marcha los más pobres y sencillos?
¡Ponerse en camino! Sólo los caminantes, los que salen de sí mismos son capaces de contemplar la belleza.
Y, también María, en camino se puso. La llena de Dios, deja a un lado sus preocupaciones, y sale hacia fuera.
Eso, también, es Navidad. ¿No salió Dios del mismo cielo para meterse en Santa María? ¿No saldrá Dios de María para integrarse en el mundo? ¡Cómo no va a salir, María, también de sí misma! ¡De tal Madre..vendrá tan buen hijo!
La Navidad es elegir un camino: el sendero que va a Belén.
La Navidad es salir de nuestros palacios (vida cómoda, materialismo, vanidad, egoísmo, etc) e visitar situaciones y personas que nos necesitan.
La Navidad, es tomar ejemplo de Dios: salir de nuestros pequeños o grandes cielos y hacerse presente en las moradas más insospechadas. En los lugares donde, tal vez, menos nos esperaban. ¿Seremos capaces?

¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! (Lc 1,39-45)

22 diciembre: ¡Bendice, como María, lo que Dios hace por ti!
Era tanto lo que le ocurría a María que, tenía dos opciones: creérselo o explotar en un cántico de alegría y de alabanza a Dios.
Todo su ser, como cuando nosotros estamos llenos de motivos para la fiesta, estalló en un gran cántico a Dios.
María, al contrario que nosotros, estaba totalmente llena de Dios. Le reservó las mejores habitaciones de su corazón; limpió con mimo su alma para que el Señor estuviera a gusto. Y, para colmo, se fió de que Dios se hubiera fijado en una humilde nazarena. Hay un viejo proverbio que dice: “dime con quien andas y te diré quién eres”. Rezando el magnificat uno llega a concluir que, María, con quien está a todas horas, a quien mejor conoce, de quien está totalmente enamorada..es de Dios. María, reconoce en este cántico, “MAGNIFICAT” todo lo que Dios ha realizado, es y proporcionará a su pueblo con Jesús.
¿Será suficiente con que, nosotros, lo adoremos en Belén? ¿Servirá de algo si, luego, en la vida normal no lo alabamos con la misma fuerza y tesón que María? ¿Por qué no leer una y otra vez, hoy, el magnificat?
Navidad no es poner adornos. La Navidad es inspirarnos para el resto del año. La Navidad se nota también en nuestro grito: ¡Dios; qué grande eres!

“Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador”
Lc 1,46-56

23 diciembre: Rompe, como María, el silencio
Se rompe el silencio. Cesa la preparación. Es el momento en el que, nuestros labios, como la lengua de Zacarías, despega para celebrar el acontecimiento esperado y ansiado desde siglos: ¡Viene el Señor! Tal vez, la sociedad y nuestro mundo occidental, está demasiado silencioso con las cosas de Dios. ¿Tenemos derecho a suavizar el Misterio de la Navidad? ¿Podemos llamarnos amigos de Jesús y permanecer mudos como si, su nacimiento, no fuera con nosotros y por nosotros? La Navidad no es ruido ensordecedor; no es el reclamo interesado del comercio. Pero, la Navidad, tampoco es un poner sordina a lo que es genuino y auténtico en ella.
¿Qué ocurre en aquella plaza? Preguntaba un peregrino. ¡Es que ha nacido Jesús, y lo estamos celebrando! Respondió un vecino de aquel pueblo.
¿Seremos capaces de cantar y exclamar con igual firmeza, con el mismo entusiasmo y con ese convencimiento, pasado mañana, ¡Es que ha nacido Jesús, y lo estamos celebrando!?
La Navidad es romper el ruido del mundo con el silencio de Dios.

“Inmediatamente, a Zacarías, se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios” Lc 1,57-66

24 diciembre: ¡Aclama a Dios, porque, visita nuestra tierra!
Termina el adviento y comienza a hacerse visible lo que tanto hemos preparado y esperado: Dios nace!
Necesitamos del Señor: hay tanto que nos tiene esclavos!
Necesitamos del Señor: a veces nos sentimos tan débiles!
Necesitamos de un Dios-Niño: nos falsean tanto, la verdad, los poderosos!
Necesitamos de un Salvador: vamos tan a la deriva!
Vayamos, también nosotros, por delante!
Anunciemos el secreto de la Navidad!
No apaguemos el susurro de un Niño que es Dios y Hombre!
Pongamos el corazón, como Dios mismo, lo hace en Belén: con amor!
Iluminemos a los de cerca y a los de lejos: ¡hay tanta oscuridad!
Reavivemos a los que viven tristes: ¡hay tanto vivo que está muerto!
Digamos que, la Navidad, es vida y paz!

Pregonemos que, la Navidad, es fe y esperanza!
Gritemos que, la Navidad, es Dios en la tierra!
Reafirmemos que, sin Dios, la Navidad se queda huérfana!
Gracias, Señor, por dignarte bajar a esta casa!
Gracias, Señor, por escoger la pobreza en vez de la riqueza!
Gracias, Señor, por permitirnos verte como hombre!
Gracias, Señor, por dejarnos adorarte como Dios!
Gracias, Señor, por dejarte reverenciarte como Rey!
¡Bienvenido a nuestra tierra!
Y, cuanto veas de negativo en ella, por favor te lo pido:
¡CAMBIALO, SEÑOR!
¡Bienvenido a tu casa, Señor!

“Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo”
Lc 1,67-79


¡FELIZ NAVIDAD! ¡DIOS, PORQUE EL QUIERE, NACE EN LA TIERRA!

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